“La casa de Andrea”
Están ahí abajo, a dos pisos de mi ventana y se besan apasionadamente. Están enamorados, de eso no hay duda, o al menos yo no lo dudo. Ella le rodea el cuello con sus brazos, acaricia suavemente su nuca mientras se besan: en la boca, en el cuello, en la barbilla… Y poco a poco, él va llevándola hasta la pared, donde la apoya suavemente.
Tengo que inclinarme para seguir viéndoles, y aunque con pudor, lo hago. Las manos del chico acarician las caderas de ella. Y ella levanta levemente la pierna. En ese momento una voz chillona resuena a través del telefonillo: “Sube a casa de una vez”.
Ella pone cara de disgusto y se separada de su amor, del chico que intenta retenerla. Ella le besa con cariño los labios y se despide. Abre la puerta del portal con su llave y entra.
He decidido volverme a la cama cuando veo cruzar otra chica que se dirige al portal. Mis ojos no dan crédito. Se acerca al chico que aún mira la puerta del portal y le abraza por la espalda. Él se gira, sonríe, y la besa con la misma pasión que a la chica anterior. Sonrío. No sé porqué pero tengo esa necesidad. Me parece bonito que alguien pueda tener tanto amor para entregar. Socialmente le tacharían de infiel, de mala gente. Pero aún es mayor mi sorpresa cuando desde la ventana de al lado de la mía, la primera chica se asoma, saluda con la mano a los dos que se encuentran abajo y les desean que pasen una buena noche.
Que bonito es ser libre, ser feliz, no tener prejuicios y sobre todo desearle el bien a los demás. ¿Y si yo les juzgara? ¿Quién soy yo para hacerlo? Nadie, se les ve felices y contentos. La pareja que está en la calle se coge de la mano, giran sus cabezas y le lazan sendos besos a la chica de la ventana, que como si fuera una película, los recoge con su mano del aire y se los lleva al corazón. La pareja se aleja ahora agarrados por la cintura y yo sin saber porqué mira a la chica de la ventana, que me sonríe y la cierra.
Tengo la sensación de que hoy voy a poder dormir, y que ni nada ni nadie turbará mi sueño. Le deseo buenas noches a la pareja, a la que casi ya no distingo a lo lejos, y yo también cierro la ventana.
ANDREA
lunes, 17 de mayo de 2010
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Ahora se que nunca se tiene la seguridad de ser una "pareja con cayusculas" y ante la duda y la certeza, mejor dejarlo pasar, olvidar... si uno tiene temor, miedo a los que nos espera en solitario... no es una buena elección.
ResponderEliminarArriesgarse...si, pero con convencimiento.