"La casa de Mariló"
Acabo de levantarme y mi habitación parece otra. La vida ha entrado en ella y la ilumina. Ayer todo era tristeza y oscuridad, pero el estío está cerca y comienzo a notarlo. Las sábanas se me pegan en el cuerpo y el sol juega conmigo a través de la ventana. Tres rayos atraviesan los cristales y dibujan sendos arco iris en mi pared. Necesito correr las cortinas y verle brillar. Verle iluminar el cielo de mi ciudad. Esa ciudad que me ha visto crecer.
Abro las cortinas. El sol golpea mi cara y lloro. Pero hoy las lágrimas las provoca él. Son lágrimas de alegría, de felicidad. Incluso a través de la ventana huelo ese aroma cálido, entrañable y conocido que me recuerda que hoy es primavera. Las lágrimas que recorren el contorno de mi nariz se secan antes de llegar a mis labios. Hoy es un gran día y las rosas de la casa de enfrente me lo recuerdan. Abiertas en todo su esplendor, sonríen al astro sol y me contagian la risa. Comienzo a reír sin control y las lágimas vuelven a brotar.
Aún no quiero abrir la ventana, prefiero disfrutar unos minutos con este cristal que me protege de un ataque de felicidad y plenitud. Hace demasiados meses que la tristeza comenzó a habitar en mi corazón y no sé si estoy preparada. La dueña de las rosas abre sus ventanas y me mira. El leve gesto de su cabeza y su sonrisa parecen invitarme a ser feliz. La veo respirar profundamente y su semblante sólo transmite paz, sosiego y calma.
Tal vez ha llegado el momento, pero antes necesito llenarme los pulmones de aire. Necesito volver a llenarme del calor que tanto he añorado. Echo un vistazo hacia atrás por encima de mi hombro y veo mi sombra en la pared, coronada por el único arco iris que mi cuerpo no ha borrado. Ahora sí que sonrío. Me he transformado en Peter, y mi sombra, con una amplia sonrisa en los labios me hace gestos para que me atreva y abra la ventana. Incluso si presto atención, soy capaz de oír su voz en un susurro que me dice: "Ha llegado el momento. El invierno por fin se ha acabado." Cierro los ojos, y como una letanía, sigo escuchando a mi Peter diciéndome una y otra vez: "El invierno se ha acabado."
Tanteo el espacio que me separa de la ventana, aún con los ojos cerrados. No quiero abrirlos hasta que el cristal haya desaparecido. Llego a la manilla de aluminio y con un gesto conocido por tantas veces realizado, me libero del muro y una brisa cálida me envuelve. Cuanto hasta tres, con Peter como coro, y abro los ojos.
Nunca he sido tan feliz. Nunca he visto un sol tan magnífico. Tal vez nunca me había fijado en él como hoy y le veo distinto. Y mi alma, mi corazón y mi cuerpo, se dejan llevar por un instinto primitivo y se abren como antes hicieron las rosas. Y durante no sé cuánto tiempo soy una rosa más en la ventana. Soy la rosa que siempre debí ser y que el frío, las heladas y el viento, marchitaron durante demasiado tiempo.
MARILÓ
miércoles, 12 de mayo de 2010
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Cuanta belleza en vivir.
ResponderEliminarQue decir ante tan grandilocuentes palabras, pensamientos, sentimientos... que hacen se seas una persona especial. Son pocos los que poseen ese "don" pero que tu si, si, lo tienes, lo entrenas, lo trabajas con constancia. Continua asi este es el camino hacia el éxito.
ResponderEliminarAhora si que parece que "va llegando la primavera"
ResponderEliminar"coronada por el único arco iris que mi cuerpo no ha borrado"...por alguna razón leo y releo esa frase y me sugiere otra imagen , una lectura, algún momento, no sé pero me gusta.
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