martes, 8 de junio de 2010

"Desde la ventana"
Son las ocho de la mañana, es sábado, pero estoy despierto. Es el momento de disfrutar del día. El frescor de la mañana ayuda a moverse y a ser persona.
Ya he bajado a la panadería y me dispongo a desayunar junto a mi ventana. Esa ventana que adoro y que cambie nada más instalarme en esta casa. Siempre había querido tener una gran cristalera mirando al mar. Una ventana desde la que viera amanecer mientras permanecía tumbado en mi cama.
El día que vine a ver esta casa lo tuve claro. La ventana no era la apropiada, pero si su ubicación. Tan sólo tenía que cambiarla, agrandarla un poco. Con eso bastaría. Incluso puedo llegar a decir que la casa no es especialmente bonita, demasiado vieja, demasiado pequeña, pero tenía mi ventana.
Durante los primeros meses después de instalarme, me pasaba horas embobado mirando por la ventana. Me olvidaba de comer e incluso algún día llegué tarde a trabajar. Ahora ya forma parte de mi vida, pero sigo sonriendo cada mañana cuando abro los ojos y la veo.
Hoy el mar está encrespado, y pocas barcas de pescadores regresan después de su jornada de trabajo. Siempre les miro con envidia, deseando que pasen los próximos siete meses y que pueda unirme a ellos. En siete meses compraré mi barca, la pintaré de blanco y azul, los colores del mar, y cada día mañana me uniré a ellos.
Me uniré a José, cuya barca desconchada veo aparecer tras el pequeño islote. Pero a diferencia de él el aire de mi oficina, no ha ajado la piel de mi rostro y no sé si me aceptarán como uno más. También me uniré a Pepe, que hoy no ha debido salir, pues su pequeña embarcación a motor está amarrada en el muelle.
Sé que no soy uno de ellos, sé que mis años de pesca, los que me queden tras mi ansiada jubilación, sin la necesidad de llevar la barca llena para alimentar a la familia que no tengo, los verán como un capricho, como el hobby de un rico que no sabe en qué ocupar su tiempo. Pero creo que podré hacerles ver dentro de mí, arañando la superficie, y serán capaces de descubrir que ésta no es una ocurrencia de un viejo aburrido, que es una vocación. Que es lo que durante años he querido y no he podido ser. Que el mar está amarrado a mis entrañas, adherido a mi alma como los pequeños crustáceos a las grandes anclas, y que en mi interior, un viejo lobo de mar ruge desde hace demasiado tiempo queriendo salir.
Esta ventana, mi ventana, la que he buscado durante años mientras cambiaba de casa esperando algo que desconocía y que por fin he encontrado, me muestra mi futuro: EL MAR, donde pienso pasar mis últimos años y el que espero que me acoja cuando todo termine y mi último viaje comience.
MANUEL

3 comentarios:

  1. Cuando trasciendes tus propios miedos, tus propias inclinaciones y deseos y consigues expresar tus sentimientos a traves de los miedos y deseos que intuyes en otros, y ademas lo haces con belleza, quiza estes haciendo literatura.

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  2. Te deseo que siendo joven,
    no madures demasiado deprisa,
    y que ya madura,no insistas en rejuvenecer,
    y que siendo vieja no te dediques al desespero,
    porque cada edad tiene su placer.

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  3. ehhh, ese Manuel sabe bien que el mar es más que un paisaje. A mí me da un poco de miedo esa imagen tan poderosa que el mar tiene...con el tiempo he aprendido a mirarlo con reverencia y temor.

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