martes, 25 de mayo de 2010

“La casa de Ángela”
...El despertador suena a las nueve menos cuarto, y no porque tenga que ir a clase, sino porque no puedo perderme la evolución de la tienda. Ayer por la noche sólo pude fijarme en la fachada, que seguía igual, pues había cubierto las ventanas con cartones.
Hoy he decido estar preparada, tengo el café listo, una silla junto a la ventana y toda la mañana para seguir mirando.
Mientras termino de dar vueltas al azúcar, escucho que los obreros acaban de llegar y rápidamente ocupo mi puesto. Tengo tanto ímpetu que al acercarme a la ventana, mis pies tropiezan con las patas de la silla y poco me falta para terminar mis días como decoración de la tienda. Mi grito histérico hace que los obreros dejen su quehacer y levanten la cabeza, pero soy capaz de ocultarme antes de que me descubran.
Pasados unos minutos, cuando ya confío en que habrán vuelto a su trabajo, me acerco y compruebo que puedo empezar a mirar y a imaginar. Lo primero que descubro es que tan sólo tengo la puerta de entrada para poder ver el interior, pues esta mañana tampoco han quitado los cartones, pero eso no me impide confirmar lo que ayer imaginaba: los cristales eran para unas vitrinas, que ya lucen, algo llenas de polvo, repartidas por la pared frontal, la única que veo. La posición de las mismas, en cambio, me dicen que mi dulce final no está cerca, pues la colocación separada y los cantos dorados que tienen, me hacen dudar que vaya a ser una pastelería. Y aún peor, cada vez veo más claro que la joyería va ganando terreno.
Esto empieza a ser aburrido, porque por mucho que intento buscar algún establecimiento con ese tipo de decoración, sólo joyas horrendas, llenas de brillantes ostentosos y excesivamente caros me vienen a la cabeza. Tengo que pensar rápido para poder continuar que esta nueva actividad, porque presiento que en pocos segundos, si no se me ocurre nada, retirare la silla y se me acabo la diversión.
¡Estoy salvada! Podría ser una tienda de artículos de electrónica. Estoy emocionada, aún puedo continuar con mi nueva afición, y sólo tengo que seguir mirando, pues los obreros comienzan a meter cajas y tengo que estar atenta a ver si veo algo escrito en alguna. Las tres primeras son marrones y sin nada que me dé pistas, pero el siguiente grupo de cajas son de lámparas del ikea. ¡Sí, sí, sí! No es una joyería. La elegancia y sofisticación de esos lugares, impide este tipo de decoración. Sólo me queda seguir mirando para ver si algunas de las cajas tienen cámaras de fotos, o impresoras… Pero mi móvil comienza a sonar. Es mi jefe y sé que esto es una mala señal. Un lunes por la mañana, sólo puede significar que tienen más lío del habitual en el bar, y que necesita que vaya.
Cierro la ventana temiendo lo peor y echo un último vistazo a la tienda antes de contestar. Tal vez esta tarde me la den libre y pueda seguir mirando y soñando…
ÁNGELA

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