martes, 11 de mayo de 2010

“La Casa de Gloria”
Son las tres de la mañana, y otra noche más, no puedo dormir. Miro al techo e intento echar de mi mente su cara, pero sigue ahí, dándome golpecitos en la sien y diciéndome que me he equivocado.
No quiero levantarme de la cama o volverá a amanecer mientras yo miro la tele con desgana. Pero no lo soporto más, las sábanas me queman. No soporto perder el tiempo: uno sólo se tumba para dormir o morir. Con los ojos abiertos y alerta, el cuerpo debe estar en posición vertical.
Me levanto y me encamino al salón. Otra vez las noticias infinitas. El bucle de información durante demasiadas horas. No, hoy no. Hoy algo del exterior tira de mí y me dirijo a la ventana. Según me acerco, me doy cuenta de que lo que me atrae es otro alma como yo. A través de la ventana de la casa de enfrente veo luz. Alguien tampoco duerme y ya no me siento tan sola. Intento adivinar el motivo de sus desvelos.
Debe ser una mujer, pues las cortinas tienen encaje y un pequeño lazo las recoge a los lados y me permite ver con dificultad el interior de la casa.
Parece un salón, o más bien la pequeña sala de estar de una casa antigua. Aún recuerdo la de mi abuela: recuerdo su mesa camilla de brasero (aunque nunca mire debajo de sus faldones de terciopelo verde para comprobar si el artilugio estaba en su lugar). Recuerdo un tapete de ganchillo blanco, amarilleado por los años, y sobre él, ése cómo llamarlo, cubre mesa de plástico semirígido. Recuerdo que los bordes tenían un doblez exagerado que molestaba al apoyar los brazos. Recuerdo que intentaba meter mis pequeñas manos por los lados del plástico para tocar el tapete, y aún sigo oyendo la voz de mi abuela diciéndome: “saca las manos de ahí que vas a romperlo”. Recuerdo que podía pasarme horas siguiendo con el dedo el diseño de flores que con tanto esmero había tejido mi abuela con el gachillo. Recuerdo intentar averiguar cuál era el principio y el final de ese entramado de hilos.
¿A qué olerá la casa de mi vecina? La de mi abuela era especial, sólo su casa olía así. No sé cómo, no sé a qué, pero olía de una forma diferente y ese olor siempre me recordará a mi abuela.
Tal vez la mujer de la casa de enfrente sea abuela. Tal vez sus nietos jueguen con el tapete de la mesa camilla como hacía yo y recorran sus flores con el dedo. Tal vez aún fabriquen esos horrendos cubre mesas de plástico y su abuela les regañe cuando ellos intenten tocar el ganchillo. Tal vez ellos sí se atrevan a levantar el faldón de terciopelo y descubran que es el mejor escondite del mundo, y jueguen, y se diviertan… Y tal vez, dentro de veinte años, una noche, sus desvelos les lleven a mirar por la ventana de su casa y descubran que la de su vecina está encendida y recuerden la mesa camilla de su abuela.
Sería precioso, pero la realidad vuelve a darme directamente en la cara. Un chico joven, de unos diecinueve años, cruza la sala que miro mientras besa a una chica estupenda. Me ve mirar a su ventana, me enseña su dedo corazón y con un gesto rápido suelta los lazos de las cortinas y éstas cubren su escena de pasión.
“Tenía que haber encendido la tele”, pienso. Doy media vuelta y me dirijo al sofá. Vuelvo a estar sola. Enciendo la tele y las noticias me recuerdan que ya no tengo ocho años. Que mi abuela murió y que mis tíos vendieron su casa. Nunca más he vuelto a ver esa mesa camilla, ni ese faldón, ni ese tapete de ganchillo, ni ese horripilante plástico.
Sin darme cuenta, hoy voy a dormirme gracias a mi abuela y sus recuerdos, y no me despertaré hasta que el teléfono me anuncie que debo ir a trabajar.
GLORIA

5 comentarios:

  1. he sido el primero!
    he sido el primero!!! jajajja
    feliz de poder leerte y de conectarnos
    aquí tu primer admirador! :P
    te quiero

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  2. y ¡Yo la segun!
    y por eso acabo de decidir que a partir de ahora firmaré como segun (o según).
    La creatividad se contagia
    ¡¡viva el contagio emocional!!
    Bravo por tu creatividad.
    Estaré ávida de actualizaciones.

    fdo:segun ;D

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  3. Solo tu has sido elegida para ver.
    Nosotros, ciegos, menesterosos de luz, necesitamos que nos muestres lo que hay al otro lado de la ventana. Para poder vivir.
    ¡Adelante compañera!

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  4. 11 de mayo... estoy leyendo unas palabras maravillosas, como nadie mas que tu podia expresar, con esa sensibilidad que te acerca más a mi, que te hace ser más yo y a la vez ser tu misma y no puedo reprimir mis lagrimas, eres tan maravillosa, tan especial, que me duele el alma de tenerte lejos pero a la vez que orgullosa estoy de ti, ni te lo imaginas. Sigue asi, conseguiras todo lo que te propongas

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  5. Un relato sensible, melancólico y un poco inquietante. Quedan tantas incognitas por desvelar que quiero suponer que continuarán las historias de Gloria y su ventana.

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