domingo, 16 de mayo de 2010

“La casa de Juan”
Otra vez miro por la ventana y es de noche. El silencio sólo roto por el pasar incesante de los coches, me devuelve a la realidad. Hoy no puedo dormir. Algo se ha metido en mi cabeza y me impide conciliar el sueño. Nunca he imaginado la vida de las gentes en sus casas.
En el edificio de enfrente hay varias ventanas con luz, tal vez no sea demasiado tarde o tal vez haya otros como yo. Otros que miran e imaginan. Otros que no duermen. Otros con los que comunicarme en silencio a través de un juego de luces.
¿Y si apagara y encendiera mi lámpara junto a la ventana? Tal vez la chica de enfrente me devolviera la señal. Tal vez nunca más necesitaría mi voz para comunicarme. Tan sólo con la luz le haría las señales pertinentes y nos pasaríamos la noche así, hablando. Tal vez su vecino de abajo, con la luz también encendida, nos respondiera a la llamada. Puede que sea un hombre mayor. Con una vida llena de anécdotas y nos contaría todo lo que ha vivido. Prestaríamos mucha atención a cada una de sus palabras, a cada una de las enseñanzas que sólo la edad puede darte. Y en ese momento, la vecina del último piso, que se afana en conciliar el sueño mientras mira la tele, se uniría a nosotros. Su vida no es muy interesante. Vive con su hijo pequeño y trabaja en una oficina. Desde hace demasiado tiempo no puede dormir y entre todos intentaríamos ayudarla a hacerlo. Es una mujer simpática, que se ha cruzado mil veces con la chica del segundo pero que hasta hoy, nunca habían cruzado ni una palabra. Todos nos conocemos de vista. Por las mañanas nos encontramos en la acera mientras salimos de casa, pero en la calle, nadie habla. Andamos como autómatas a nuestros quehaceres diarios. Ésta es una ocasión única. Nadie nos mira, nadie nos juzga y podemos ser nosotros mismos. Decir verdaderamente lo que pensamos sin temor a los reproches, a las miradas de soslayo ni a esos ojos inquisidores que condenan tus opiniones. ¡Qué fácil es hablar con la luz! Sin vernos las caras.
Cuando mis ojos se posan en la ventana de la chica de enfrente, está apagando la luz, miro a su vecino de abajo y también la apaga. La mujer del último piso también la apaga, pero su tele sigue centelleando tras las cortinas. Creo que hemos acabado nuestra conversación. Tal vez mañana, cuando nos encontremos en la calle, son miraremos de otra forma. O tal vez no, porque la noche tiene eso, una magia que desaparece cuando comienza el día. Buenas noches a todos.
JUAN

1 comentario:

  1. La noche tiene su encanto y más cuando cada uno estamos a salvo detras de nuesta ventana.
    Sal, libera tus inquietudes, que nada te lo impida...
    Buenas noches

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